Consagración (2024)
Si en mi costado abierto,
por el hueso removido
de dualidad y complemento,
fuese encajada la espina
del tacto y el miramiento,
¿Qué le quedaría a mi boca?
Sin dientes que se muestren
en agresión o alegría,
sin lengua que toque
el pan y el vino tuyos.
Si sintiese el peso opresor
de una presencia sublime,
en orgasmos y cantares,
mi resurrección sería sellada
por la unción de tu suspiro.
Cubiertos de un manto rojo,
profesarás mi nombre,
con ambos pies en mi abdomen
y mis manos ya clavadas
en la cruz de tu cuerpo.
Escritos
Por Emilio Saldaña Méndez
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